miércoles, 5 de septiembre de 2007

Mi "Japan Jazz Bass"

Después de unos días de infarto para terminar un trabajo de la facultad —ya os contaré— por fin he tenido un momento libre para volver a tocar mi bajo, o quizá debería decir aporrearlo jeje, Sin duda, una de las cosas que más me gustan hacer en mi tiempo libre y eso que casi no tengo ni idea. Yo me pongo el Guitar Pro con un par de canciones facilitas y que me gusten, y ya esta, ya estoy ocupado toda la tarde, es lo que se puede llamar mi auténtico hobby, porque no existe ni oficio ni beneficio, sólo toco por puro placer, es ese tipo de cosas con las que disfrutas sin ningún tipo de estrés o compromiso.

Tengo que admitir que nunca fui uno de esos niños que desde pequeño quiso tocar la guitarra, es más, nunca me ha gustado mucho la guitarra, sin embargo el bajo tenía algo que me cautivaba, esos sonidos graves y contundentes que palpitan al compás de los latidos, como yo siempre he dicho «la guitarra “ataca” a los oídos pero el bajo va directo al corazón», es una sensación de sincronía con el cuerpo difícil de explicar.

Por eso, ya que esta entrada es un tributo a mi bajo, me gustaría contar la historia de como lo conseguí:

Corría el mes de Julio, en pleno verano del 2004, cuando unos amigos: Enrique, Rocko y yo, fuimos a visitar a Nazario a Japón. Nazario estaba allí trabajando en la embajada por motivo de una beca y nosotros mucho más ociosos no perdimos la oportunidad de ir visitarlo. Era una oportunidad única que no podíamos perder, teníamos casa, guía e incluso traductor, jejeje. Sin meterme en rollos sobre el viaje, (esto lo contaré otro día), me centraré en lo que tiene que ver con el instrumento.

Un día, paseando por Akihabara, entramos a una tienda de instrumentos musicales. Todo en aquella tienda era baratísimo, bajos, guitarras, baterías, etc. Con lo que me planteé muy seriamente adquirir un bajo. Supongo que pensé que sería el momento perfecto para comprar un bajo, tenía dinero, sería una locura más dentro del propio viaje, y cumpliría un sueño que siempre había querido realizar. Así que comentándolo con mis compañeros, Nazario me explicó que él conocía una tienda de instrumentos de segunda mano buenísima con unos precios inmejorables. De esta forma a los pocos días de regresar fuimos a la tienda que había dicho Nazario y allí estaba el bajo, no me lo pensé dos veces y cuando lo vi (comprobando antes el precio, claro) lo compré. Recuerdo que en la misma tienda compramos unas púas muy frikis de Star Wars y que Nazario me regalo una de R2-D2 que le había tocado. Al final el bajo me salió por uno 15.000 yenes, más o menos unos 100€. El único problema de esto fue la manera de colar el bajo en el equipaje de vuelta en el avión jaja, toda una anécdota. Aquí os dejo lo que sucedió más o menos:


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajaja! Aunque yo no estuve allí, puedo asegurar que esto es verídico :D

Yamagata dijo...

Estuviste de espíritu :D
Aunque tengo que admitir que el viaje de vuelta en el avión no fue una dulce siesta, me puse malísimo por tantos días sin dormir y las largas caminatas, acabe destrozado y medio enfermo.
¿Verdad Makie?

Anónimo dijo...

Verdad, verdad, pero también volviste más esbelto y con paz interior...
Eh!, yo no me quejaría ni aunque tuviese que volver a la pata coja en el avión ¬¬

Yamagata dijo...

Pues si algún día queremos ir, con la poca pasta que tenemos, no sé si será a la pata coja... pero sin un riñón seguro, jajaja.

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